Mi agradecimiento a los muchos amigos y familiares que nos acompañásteis, a los muchos nuevos y desconocidos lectores y, como no, a la gente de la Asociación Aragonesa de Escritores, que con su atención y amabilidad hicieron que la tarde pasara como una exhalación. También a Angel Utrillas, escritor bregado que compartió espacio con nosotros.

El tiempo acompañó. La música y las margaritas preparadas con mimo por Yolanda fueron la estrella de la tarde. Rompieron con la ortodoxia de cualquier feria de libro.
Cómo no.