7 de junio de 2016

CABEZA BORRADORA de Juan José Parcero

Juan José Parcero se sienta en el alféizar de la ventana de cualquier casa y mira la vida pasar. La tuya, la mía y la suya propia. Observa la gente y se mete muy adentro de sus emociones, de sus sentimientos, pero sobre todo de su cotidianeidad. De las cosas que le ocurren a diario y de los secretos que atormentan cada cabeza que pasa a nuestro lado. Mezcla irresistiblemente bien esas cavilaciones poco importantes que te roen por dentro, que te destruyen y que te dan vida. El amor y el desamor, las relaciones imposibles y las que nunca morirán. Habla tan fácil y tan de verdad sobre esa clase de asuntos que consumen al común de los mortales, que parece un licenciado en psicología en lugar de un licenciado en filología. 

Juanjo Parcero es un tipo con una gran sensibilidad. Y se nota no solo en su literatura, sino en cada una de las historias que nos cuenta. Son relatos breves, muy breves. Tanto que él los llama (micro) relatos. Pero tienen tanta fuerza que llenan cada una de las 150 páginas de su libro. A mí me han hecho recordar los "Poemas en Prosa" de Baudelaire.




Cabeza Borradora está compuesto de 20 relatos. Y cada uno de ellos tiene cuatro variaciones. Total, 100 historias encadenadas pero diferentes. Con personajes que se cruzan de uno a otro como quién cruza el paseo de una gran ciudad al salir de la oficina para encontrarse con una cita secreta o con el amor de su vida. No salen indemnes los perezosos de la humanidad. Los que no dan nada por nada ni por nadie. Los que solo piensan en sí mismos. Tampoco le son ajenos esos que viven en el remolino de una sociedad devastadora, que engulle la conciencia colectiva y borra del mapa cualquier tipo de inquietud comunal.

Juanjo no es un tipo de mayorías. No se alinea con los vencedores. Sus personajes son héroes del día a día. De los que te encuentras paseando por cualquier lugar. No los reconocerás, porque siempre están ahí. Y siempre estarán. La habilidad del narrador está en contar lo que todos sabemos, lo que todos sufrimos de una forma igual de natural como sucede. Sin artificios. Y en eso, Juan José Parcero es un maestro.