Así comienza Estúpidos y Felices. Mi segunda novela, que saldrá en primavera.
Os dejo el primer capítulo, que lo disfrutéis y... Felices Navidades.
CAPÍTULO I - PINCHA AQUÍ
Así comienza Estúpidos y Felices.
Brindaremos por el presente y el futuro, más que prometedor, de la editorial.
STI EDICIONES y LIBROS DEL RESCATE, ahora al alcance de todo el mundo.
Contra las Cuerdas es su segundo trabajo protagonizado por Rebeca Santana y Miriam Vázquez, dos subinspectoras de policía de Barcelona. La primera fue Curvas Peligrosas.
Las dos, intentarán resolver el caso de varias mujeres violadas y asesinadas de una forma nada agradable. El perfil de un violador en serie, de un psicópata bastardo que actúa entre la Costa Dorada y Barcelona, ocupará su tiempo laboral sin horario fijo.
Fue su primera novela y se editó en el 2000. Ahora, repasada y remasterizada se puede encontrar en formato digital.
Rick, un tipo duro y Antonio, un hombre anodino, cruzan sus vidas y cada uno consigue la admiración del otro. ¿Afán de evadirse? ¿Ganas de cambiar una existencia que los agobia?
El sábado 10 de Noviembre, en La Casa del Loco, Zaragoza, tendrá lugar uno de los mejores espectáculos musicales que ahora mismo hay en el planeta tierra.
La Yesi es una lumi que vive y trabaja en El Raval, Barcelona.
Uno
de los deportes preferidos de los vecinos de Munich es vender sus
propias pertenencias. Las que han conservado durante muchos años de
sus vidas e incluso las heredadas de sus antepasados. También
compran. Y vuelven a vender. Es un especie de pasatiempo y lo tienen
bastante bien organizado. En Daglfing, en un hipódromo de carreras
de caballos con tiro, los fines de semana es una fiesta de baratijas,
ropa y objetos locales. Desde las 6 de la mañana de los sábados y
domingos gente peculiar con interesantes piezas se reúnen para que
otros las vean, toquen y negocien precios. Se puede pasar una jornada
mucho más instructiva sobre la vida bávara que en cualquier museo.
La vida de la gente real, de los trabajadores, no de artistas,
líderes ni gente importante. Y te puedes relacionar con ellos como
lo harías con cualquier vecino de tu casa. Incluso mejor.
El campo, ahora convertido en museo, está
plagado de fotos, de películas y de objetos de aquél entonces. Los
barracones, que fueron derribados, se reconstruyeron posteriormente
para mostrarlos a los visitantes. Es sencillo imaginar un sólo día
de vida allí. Tuvo que ser muy difícil soportarlo. Las imágenes de
la liberación por el ejército aliado, son terribles. Alemania, al
final de la guerra, estaba hundida económicamente. No disponían de
medios ni dinero para enterrar a los muertos. Ni carbón para
quemarlos. Los cadáveres son amasijos de huesos retorcidos en
posturas imposibles. Cráneos y pómulos sin carne. Sólo la piel
protegía a eso que encontraron los primeros que entraron y que no
parecían personas. Una bandera republicana española, al final de un
vídeo, terminando la visita, pone la piel de gallina.
El
Rhin tiene un caudal desmedido, es aristocrático en las formas y te
engaña escondiéndose y mostrándose entre pueblos de casitas de
azúcar y gente sana que viaja en bici. Desde Bingen hasta Coblenza
en un ida y vuelta por estrechas carreteras y paradas en localidades,
castillos, restaurantes y vistosas curvas se puede pasar una jornada
de las de recordar. Sobre todo si, como el que suscribe, se realiza
en buena compañía.
Colonia
es una ciudad casi mediterránea. No tiene casi nada de la
arquitectura del Munich bávaro, ni de las ciudades que rodean el
Rhin, ni siquiera de su apéndice Bonn, la antigua capital de la
República Federal Alemana. Tampoco comparte sus costumbres. En
Colonia hay mucho indigente, muchos bares y más fiesta que en la
media del resto de Alemania. Como en toda esa parte del país también
hay gente con mucho dinero y buenos coches. De los que solo se ven
por allí.
La
catedral de Colonia es tan gótica que cualquiera que nunca hubiera
estudiado ni una sola página de arte en la escuela, sabría
identificarla. Mide casi 160 metros y durante mucho tiempo fue el
edificio más alto del mundo. Es estrecha, alargada, casi quijotesca,
y por la noche las tenues luces que la iluminan contraen ligeramente
el corazón, aceleran el pulso y entrecortan la respiración.
El sábado, noche de rock'n'roll. Por un lado, en el Poeta Eléctrico, Dr. Cuti y sus Mogambos nos ofrecerán su show con música de New Orlèans, vudú y mucho sabor a bayou de Louisiana.
Por otro lado, en el Arena Rock, noche de surf con Los Twangs y El Gran Miércoles, grupo homónimo de la película de los 70 dirigida por John Millius.
Censurar
a las gentes que no viajan o que lo hacen según el plan previsto por
otros que no conocen y acompañadas por otras gentes que tampoco
conocen, es un asunto demasiado manido por los que hacen justo lo
contrario. Que son minoría.
Darse
un paseo por Europa en tu propio coche y con la persona que compartes
la vida, tiene tantos riesgos como sacar la basura por la noche en
una zona residencial de alta gama. Planear el garbeo tú mismo es tan
goloso como después recordarlo. Casi tanto como el propio paseo.
Una
buena forma de llegar a Roma es tomando un ferry en Barcelona.
Siempre había deseado saludar desde un barco hacia tierra con ese
encanto con el que saluda cualquier familia real de cualquier país
civilizado. Aunque en tierra no tuviera a nadie a quién saludar.
Veinte horas después el ferry te deja a solo una de la capital de
aquél imperio que ya no lo es. Allí la gente habla incluso a un
nivel más alto que en España. Son bastante perdonavidas y los
camareros no ganarían ningún premio a la mejor atención al
cliente. Son tan bastardos como nosotros los españoles y eso los
hace apetecibles. De esos sitios canallas en los que uno se quedaría
a vivir.
Roma
tiene piedras desperdigadas por cualquier lugar. Unas ordenadas y
encajadas hacia arriba y hacia los lados. Otras simplemente tiradas
en parques o calles a modo de muchas cosas. Tiene tantos vestigios de
un pasado, tan extenso como lejano, que es imposible descubrirlos
todos. Tantos como caras para mirarlos. En Agosto Roma está
rebosante de humanidad. Hay gentes de todos los rincones de este
mundo y puede que incluso de otros mundos. Tanta como calor. En
Agosto el asfalto de Roma quema bajo los pies y el sol derrite el
poco seso que los prodigios constructivos dejan al visitante. Hay
obras de arte decorando el menor de los espacios y cuando se pasa
delante de un Dalí, un Picasso o un Monet ya nadie le da
importancia, porque es tal el cúmulo esparcido de belleza que lo
notable parece suficiente. Hay algún paseo, como el de Piazza Navona
a Piazza Espagna pasando por el Panteón y la Fontana de Trevi, en el
que se podría estar durante días y durante años dando vueltas sin
parar y siempre se descubriría algo diferente. Como ocurre con las
personas. Los más glotones también podrían pasar días enteros
comiendo helado de chocolate en el bar San Calisto. En el Trastevere.
Pero
en Roma, como en el resto del mundo, el pasado no solo se encuentra
en museos, casonas o castillos. Llevarte recuerdos de tu paso por la
ciudad evitando la zafiedad de los centros comerciales o tiendas de
souvenirs, es posible en el mercado de Porta Portese. Rastros o Flea
Markets son enormes baúles llenos de memoria olvidada. De gente que
ha desechado objetos o pertenencias que ya no puedes adquirir en los
comercios al uso. Discos, muebles, pasquines de guerra, periódicos
anunciando noticias que hicieron historia. Todo mezclado con puestos
de ropa de saldo, de gafas de marcas tan falsas como un compromiso
electoral, de baratijas que no suelen servir para nada. Entrar en un
mercadillo callejero es entrar en otras vidas. En la historia de
gentes que venden sus propias pertenencias u objetos que
pertenecieron a otros. Que seguirán perdurando aunque sus primeros
dueños ya no estén. Y que pasan de mano en mano continuando una
interminable historia. Incluso traspasando fronteras.
Los Güeros no descansan y este verano estuvieron con Tito Larriva, el cantante de Tito & Tarántula.
Tito es un buen tipo, tiene buena conversación y estuvo encantado con el regalo de la novela. Tiene muchas ganas de venir a España, especialmente a Zaragoza, que ya la conoce. A ver si lo conseguimos.
Os presento a Domínguez, el personaje central de Estúpidos y Felices, mi segunda novela.
Si hay algo que aprecio en una novela, son los personajes. Bien construidos, reales a la vez que exclusivos y con esa personalidad que le puede dar un autor que ha vivido tanto como ha leído. Porque el autor no sólo aporta de sí, construye con lo que le gustaría ser y con lo que odiaría ser. Casi siempre reflejado en los otros.
Estúpidos y Felices es el título de mi segunda novela.
El bueno de Félix Romeo, en una de sus últimas columnas, escribió que una ciudad para tener la categoría de ciudad necesitaba un buen servicio de taxis, un buen lugar para tomar un cocktail y un escritor de novela negra. Zaragoza, siguió escribiendo, cumple la primera condición, apuntó a un recién abierto El Corazón Verde para la segunda y, lástima, no citó a Ricardo Bosque para la tercera.
Otros personajes, verdaderamente curiosos, se asoman al escenario futurista de la ciudad. El perro de Ulises, Nono, te mantiene con una permanente sonrisa desde que aparece en escena. Sólo un propietario de perro puede retratarlo como lo hace Ricardo. Pero para hacerlo de una manera tan acertada y sencilla, hay que tener la habilidad de Mr. Bosque.
A las 20:00 hora mexicana, Wacha los Güeros se presenta en el Centro Cultural de España del Distrito Federal.
La publicidad del evento y, de la novela, está siendo máxima. El diario Reforma, Televisa, el programa de radio El Santo del Rock de la emisora Grita Radio Mx y más medios se han hecho eco de todas las actividades.