El bueno de Félix Romeo, en una de sus últimas columnas, escribió que una ciudad para tener la categoría de ciudad necesitaba un buen servicio de taxis, un buen lugar para tomar un cocktail y un escritor de novela negra. Zaragoza, siguió escribiendo, cumple la primera condición, apuntó a un recién abierto El Corazón Verde para la segunda y, lástima, no citó a Ricardo Bosque para la tercera.
Cuestión de Galones cumplirá pronto un año de ser publicada, pero mi absoluta nulidad para adaptarme a las nuevas tecnologías ha hecho que no pudiera leer la novela hasta hace casi un mes. Ha sido editada únicamente en formato para e-books, of course.
Ricardo diseña una Zaragoza futurista sin caer en excentricidades. La cubre de agua y canales y la sitúa en el año 33 después de la Expo. Los personajes se desplazan en motos acuáticas, con atascos incluidos, y las aparcan como lo haría un cowboy en un western de corte clásico. Los protagonistas se comunican entre sí, piensan y actúan como lo harían hoy mismo. Más bien como la mayor parte de la masa social lo ha hecho siempre. Porque Cuestión de Galones está escrita para un tipo de lector muy abundante, muy común, pero a la vez instruido y exigente.
Comienza narrando la hipotética desaparición el Real Zaragoza agobiado por las deudas. A mí, personalmente, se me saltó alguna lágrima. Pero no de desconsuelo, claro, más bien de deseo. El waterpolo ahora es el deporte rey en Zaragoza y la estrella del equipo ha sido encontrada flotando en uno de los canales de la ciudad.
A partir de esa trama, Ulises Sopena, un oficial de la policía acuática y la subteniente Fitzpatrick, una devoradora de pintas de Guinness de ascendencia irlandesa tendrán que resolver el caso.
Otros personajes, verdaderamente curiosos, se asoman al escenario futurista de la ciudad. El perro de Ulises, Nono, te mantiene con una permanente sonrisa desde que aparece en escena. Sólo un propietario de perro puede retratarlo como lo hace Ricardo. Pero para hacerlo de una manera tan acertada y sencilla, hay que tener la habilidad de Mr. Bosque.
Disfrutar, pues, de una novela divertida, amena y bien estructurada. Complicado aglutinar tanta cualidad. Para los nostálgicos del offset, la única pega es que sólo esté disponible en formato e-book. Pero los tiempos mandan.
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